Érase una vez
Una niña, una niña de ojos tristes, de la que todo el mundo se reía, a la que todo el mundo humillaba. En el colegio, no tenía amigos, siempre estaba sola, triste, llorando (de ahí el mote la llorona)
Ansiando tener lo que todo el mundo tenía y ella no podía siquiera soñar. Una madre que la quisiera. Un padre que la resguardara en sus brazos, lejos de todo odio, lejos de todo sufrimiento. Su familia
. Bueno, ella nunca era suficientemente buena
Necesitaba que alguien la hiciera sentir que ella no era el patito feo. Al menos no en ese cuento
Con el tiempo, la triste niña creció y fue perdiendo lo más preciado que un niño posee, su inocencia. A base de golpes, a base de sufrir. Toda su infancia, perdida por el capricho del destino. Ese cruel destino que hizo que ella se encerrara en sí misma, aislándose del mundo exterior Pero dejándola sola.
Desalentada por todo lo que la rodeaba, llegó un momento en el que no pudo más; estalló. Sin saber siquiera cómo hacerlo, decidió acabar con su vida. Pero siempre, en el último momento, algo muy dentro de ella, le decía que ese no era su final. Tenia que seguir. Había algo en su camino, algo muy bueno, que estaba esperándola. Se lo decía el corazón.
Y así, pasó el tiempo, siguió viviendo su vida, prácticamente por inercia, sin vivirla en realidad. De repente, cuando menos se lo esperaba, alguien entró en su vida. Una personita que cambió su mundo, que le dio un giro de 180 grados.
Desde entonces, todo cobró sentido. Había un motivo por el que luchar, esa personita le había devuelto la ilusión, las ganas de vivir. Con el tiempo, el niño creció y la niña de mirada triste se convirtió en toda una mujer. Ella salió adelante solo por él, se fue convirtiendo, poco a poco, en la madre que a ambos le faltaba. No, no era su hijo, pero lo sentía parte de ella. Luchaba por él más que su propia madre. A él no le podía faltar de nada, quería que fuese un niño feliz, que tuviese lo que ella, de niña, nunca tuvo.
A mi niño, mi trocito de cielo. Mi Calma, en toda esta tormenta.
Nada mejor ROSARIO FLORES
Qué bueno verte siempre me haces sonreír,
Me como el beso que me das corriendo a mí,
Si tú me hablas, yo me siento derretir,
Ya soy feliz, de tenerte a ti.
Ponme tu mano en el corazón
Baila un poquito, te canto yo,
Llévame al cielo, tráeme de nuevo,
Nada mejor que verte a ti crecer,
No hay mayor placer
Nunca creí lo que me dijo esa mujer
Que ibas a ser algo tan grande aquí, en mi ser,
Y miro al tiempo con sus pasos me cambió,
Te trajo a mí, y ahora soy feliz .
Ponme tu mano en el corazón
Baila un poquito, te canto yo,
Llévame al cielo, tráeme de nuevo
Dame tus juegos y tu amor,
Miro tus ojos, dime te quiero
Que esa carita siempre espero
Baila de nuevo, desde mi cielo
Nada mejor que verte a ti crecer,
No hay mayor placer
Me llenaste de amor,
Cuando ya no había fe
Tu voz, tu olor, tu bonita piel
Y nunca imagine que pudieras curar, mi sed, mi sed y a mis ángeles
Si, yo viviré, para que todo te vaya bien
No fallaré, estaré donde tu estés
Intentaré, llenarte de alegría .
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lobito ;) -